FUENTE:La voz de Galicia/Psicología Organizacional
ESPAÑA
El consumo intensivo causa problemas de aprendizaje y memoria y un mayor riesgo de sufrir dependencia en la edad adulta.
Cada borrachera en la adolescencia es un billete directo a una lotería en la que todos los premios son desgracias. La reflexión parte de Fernando Cadaveira, director del grupo de Investigación en Neurociencia Cognitiva y Afectiva (NECEA) de la Universidad de Santiago y que lleva diez años estudiando los efectos del alcohol en el cerebro de los jóvenes. Y Cadaveira conoce muy bien cuáles son los premios de esta terrorífica lotería: problemas de atención y memoria; dificultad para el aprendizaje; fracaso escolar; mayor riesgo de dependencia del alcohol en la edad adulta y de caer en otro tipo de adicciones, desde las drogas hasta el juego; mayor probabilidad de sufrir un accidente de tráfico o de un embarazo no deseado y una mayor propensión a padecer enfermedades en la edad adulta. Sin hablar de que un coma etílico a una edad temprana puede ser una causa directa de muerte, como le ocurrió a la niña madrileña de 12 años que participó en un botellón.
«Cada borrachera en la adolescencia deja huella, tanto a corto como medio y largo plazo.
No es ninguna broma, porque en una época de la vida en la que aún existe una gran plasticidad neuronal hace perder neuronas y sus conexiones», constata Arturo González Quintela, catedrático de Medicina Interna de la USC e internista en el hospital de Santiago. Y cuanto más joven sea el chaval, mayor es el daño y más secuelas quedan para el futuro, ya que continúa formándose en un proceso.
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